Por: Horacio Garnica Díaz.
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Hoy, retrotraigo un artículo que publiqué el 19 de octubre de 2019, titulado: NIÑO ENANÍA DOMICÓ, SÍMBOLO DE LA NIÑEZ ABANDONADA, al texto de la época le hago algunas modificaciones para sintonizarlo con el programa del presidente Petro: COLOMBIA POTENCIA MUNDIAL DE LA VIDA; en específico, su política sobre: PRIMERA INFANCIA FELIZ Y PROTEGIDA.
Enanía Domicó Domicó, en el 2019, era un niño de un año y unos días de edad. A su tierna e inocente existencia ya había sentido el rigor del hambre, del mal vivir y, en especial, de la indiferencia de los gobiernos. Vive con sus padres y sus hermanos en la vereda Palmira, miembros de un cabildo indígena en Tierralta. El papá es jornalero y su mamà de 24 años es ama de casa. Tiene cuatro hermanos: la mayor, nuevo años; el segundo, ocho; la tercera, cinco; el cuarto, tres; y él, con un año y unos días. Es decir, una familia de siete personas.
Ahí las carencias nunca faltan.
En octubre de 2019, Enanía estuvo internado en la Sala de Lactantes del Hospital San Jerónimo de Montería, padecía de desnutrición severa, tipo marasmo o calórica, grado 3 percentil 3; entiendo que es el estado más grave de desnutrición. Pesaba 5.7 kg, por debajo del peso establecido en la tabla del Ministerio de Salud, que es 9.5 kg para la edad antes indicada.
No he sabido más de Enanía, quisiera saber de él, pero tengo la certidumbre que a sus cuatro años de edad, que debe tener hoy, sigue siendo un niño desnutrido al igual que sus cuatro hermanos, así como incontables niños en la Guajira, Chocó, Cauca, Córdoba y quién sabe en cuántas partes de la extensa geografía del país hay anónimos niños desnutridos.
Es de lógica suponer que en Colombia el índice de pobreza es indicativo del índice de niños que sufren las cornadas del hambre y sus consecuencias. Bien lo decía el célebre y extinto torero español Paquirri, al sufrir una mortal corneada en la femoral de una de sus piernas, cuando el médico que lo atendía le preguntó si no le temía a las cornadas del toro, la respuesta fue…: “Más le temo a las cornadas del hambre”. Y, es que el hambre es dolorosa y padecida por un niño, y si le sobreviene la muerte es un crimen de Estado.
El mayor sufrimiento de Enanía, y de incontables niños colombianos, es el abandono, el hambre, las violaciones y, en fin, la desprotección por parte del Estado y sus distintos gobiernos. Y, qué decir del silencio cómplice de una sociedad insensible que solo reacciona y se muestra pública y con una supuesta congoja en los sepelios de los indefensos niños.
Se espera que la POLÍTICA DE PRIMERA INFANCIA FELIZ Y PROTEGIDA, del Gobierno del presidente Gustavo Petro sea una realidad porque los niños tienen derecho a una especial protección de Estado y exigirle a las familias esmerada atención y cuidado y hacerlas legalmente responsables de los descuidos y sus consecuencias.
El cumplimiento pleno del artículo 44 de nuestra Carta Magna es un imperativo categórico.
Montería, La Perla del Sinú, agosto 16 de 2022.