En medio de las celebraciones de esta Semana Santa, el Papa Francisco en el Triduo Pascual que inició este jueves santo, lanzó una serie de advertencias a los sacerdotes católicos cristianos, el sucesor de San Pedro le advirtió a estos sobre “ídolos escondidos” como la mundanidad, el funcionalismo o el caer en las estadísticas.
Francisco luego de dos años de pandemia volvió a oficializar en la capilla sixtina del Vaticano, con miles de feligreses que buscan en esta semana la reflexión, recogimiento religioso para la fe y el amor en Jesucristo.
El pasado jueves Santo, Franciso también bendijo los óleos catecúmenos, los de los enfermos y el crismal, los cuales tienen como función, la imposición en bautizos, confirmaciones y unción para los enfermos.
Francisco los advirtió de las tentaciones de esos “ídolos escondidos” que dijo, hace “que se introduzca el maligno” y que “no sólo nos complazcamos” a nosotros mismos dando rienda suelta a una pasión o cultivando otra, sino que también nos lleva a reemplazar la presencia de las divinas personas, del Padre, del Hijo y del Espíritu, que moran en nuestro interior”.
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Advirtió a los sacerdotes de tres formas de “idolatría escondida” en las que pueden caer y habló en primer lugar de la “mundanidad espiritual que es una propuesta de vida, es una cultura, una cultura de lo efímero, una cultura de la apariencia, del maquillaje”.
“Un sacerdote mundano no es otra cosa que un pagano clericalizado”, aseguró. Otro espacio de idolatría escondida, señaló, es “donde se da la primacía al pragmatismo de los números”.
“Los que tienen este ídolo escondido se reconocen por su amor a las estadísticas, esas que pueden borrar todo rasgo personal en la discusión (…) Las personas no se pueden numerar”, precisó..
Mientras que el tercer espacio de idolatría escondida dijo que es “el funcionalismo, un ámbito seductor en el que muchos, más que con la ruta se entusiasman con la hoja de ruta”.
“La mentalidad funcionalista no tolera el misterio, va a la eficacia. De a poco, este ídolo va sustituyendo en nosotros la presencia del Padre”, lamentó.
Y concluyó que “el sacerdote con mentalidad funcionalista tiene su propio alimento, que es su ego. En el funcionalismo, dejamos de lado la adoración al Padre en la pequeñas y grandes cosas de nuestra vida y nos complacemos en la eficacia de nuestros planes”.