María Paz Padilla, la pequeña que ha protagonizado numerosos titulares de prensa y que actualmente es reconocida no sólo por padecer el Síndrome de Patau, sino también porque tristemente es víctima de la indolencia de nuestros tiempos y de un sistema de salud que se hace de la vista gorda y se escuda en excusas para evadir sus responsabilidades, encarna una historia que nos lleva a preguntarnos ¿Quiénes somos como sociedad?.
El padre de esta niña, Gerardo Padilla Oviedo, y su esposa, conservan la esperanza y han sabido mantener la fuerza pese a todo pronóstico, sin embargo, nada peor para quienes adolecen por un hijo que sufre que no recibir el apoyo de los entes que se supone el Estado pone al servicio del pueblo para garantizarnos la salud y por sobre cualquier otra cosa el DERECHO A VIVIR.
Cuán lamentable resulta que no se tomen “la molestia” de hacer su trabajo e intentar mejorar la salud de la niña, quien tiene remisión para ser trasladada a una clínica de cuarto nivel de complejidad, pero sigue a la espera 43 días después porque según dijo un médico: “Papá usted sabe que el caso de su hija no es compatible con la vida, por lo tanto no veo necesario un traslado”, en palabras simples, para qué trasladarla si se va a morir. Juzgue usted…
Tras estas breves palabras les compartimos esta carta abierta de Gerardo Padilla, un desgarrador relato de la odisea que ha tenido que pasar su hija porque no convence a los médicos monterianos de ser merecedora de tratamiento como lo fija la remisión que tiene pendiente.