Por: J. J. Rubiano
Es un adagio muy popular entre los colombianos aquel que dice; “La esperanza es lo último que se pierde”, y al iniciar el presente año creo que la gran mayoría de ciudadanos tenemos la esperanza que las cosas puedan cambiar en el 2022 en todos los aspectos, especialmente en lo político, teniendo en cuenta que es año electoral y es desde las malas decisiones política en donde se inician los problemas.
La esperanza que en el 2022 se respete a la vida de quienes opinan diferente del estamento y no terminemos con una cifra escandalosa (en cualquier país diferente al nuestro) con más de 190 muertos.
La esperanza que no solamente en Colombia sino en el mundo se logre controlar y exterminar a ese microscópico asesino que ha tenido en ascuas al mundo en los últimos dos años, dejando cientos de miles de muertos.
La esperanza que el presidente Iván Duque deje de decir tantas mentiras y hablar como si viviéramos en el mejor país del mundo, cuando lo que se evidencia es totalmente lo contrario.
La esperanza que los colombianos tomen por primera vez conciencia en las próximas elecciones al Congreso y dejen de vender su voto por un pastel, una botella de ron y cincuenta mil pesos y escojan verdaderos líderes, que desde el poder legislativo inicien la verdadera transformación social que requiere la nación.
La esperanza que los grandes medios de comunicación asuman su verdadero roll de decir la verdad y no ocultarla, todo por darle prelación a la pauta publicitaria entregada por el gobierno nacional.
La esperanza que los colombianos sepamos elegir un buen presidente, que gobierne de manera autónoma sin ser un “títere” de su mentor o partido, que tome decisiones que beneficien a todos los colombianos y no al círculo que lo rodea.
La esperanza de que por fin se sepa realmente que pasó con los 72 mil millones del contrato leonino de centros poblados y que los responsables paguen sus condenas respectivas.
La esperanza que los órganos de control como la Procuraduría, Fiscalía, contraloría y Defensoría del pueblo, dejen de ser un apéndice del gobierno de turno y cumplan con su verdadera función fiscalizadora y de control.
La esperanza que el Fiscal Barbosa le dé una explicación a los colombianos del porque celebró un contrato por más de 1.400 millones de pesos el pasado 10 de diciembre y que finaliza en julio del presente año, para que él y sus funcionarios tengan atención de primera clase en transporte, alojamiento y comidas.
La esperanza que el gobierno -que se jacta a los cuatro vientos de estar en un plan de austeridad- le explique a los colombianos por qué se crearon más de 200 nuevos cargos en el Departamento Nacional de Planeación, DNP y el Ministerio de la Defensa como lo demuestran los decretos emitidos el 30 de diciembre del 2021.
La esperanza que el ex senador Uribe deje su pose de víctima y asuma las responsabilidades que le competen y por las que viene siendo investigados por parte de la Corte Suprema de Justicia, pues lo de la Fiscalía es un saludo a la bandera y todo el mundo sabe el porqué.
En fin y a pesar de todas las vicisitudes a las que no hemos visto expuestos los colombianos, los invito a que no perdamos la esperanza que en el presente año podamos construir una nueva Colombia.
Todo está en nuestra conciencia y nuestro voto.