El año 2022 será un año difícil para Colombia y el mundo, por cuenta de la irresponsabilidad mundial y el afán consumista, mercantilista, que categoriza por encima de la vida misma el dinero, el poder viajar, el poder activar todas las fuentes de comercio, y no importa que conlleve a miles de muertes más.
De hecho, estás afirmaciones las aceptan muchos científicos, tal vez impregnados y permeados por la misma filosofía mundial que yo llamaría “el establecimiento mundial”, cómo lo son las grandes empresas y laboratorios farmacéuticos, los especuladores de bolsa y grandes banqueros que manejan los fondos de inversión; los grandes científicos arrodillados al gran capital, y el otro mundo que llamaremos la contraparte, o sea, los que no tenemos información privilegiada, quienes viven el día a día, quienes no necesariamente son pobres ni asalariados, ni de la clase media emergente mundial.
De los que simplemente son ricos empresarios de sus países que se creen élite porque en su pasaporte registran decenas de entradas a países ricos y sus hijos tienen acceso a universidades famosas y de prestigio, pero no hacen parte del exclusivo club que mueve el mundo.
En el caso de Colombia, un pobre país de poca importancia en el concierto mundial e inclusive en la geopolítica latinoamericana, los gringos no la tienen como prioritaria, sino en una categoría media, que solo por el tema del narcotráfico se hace visible mientras las narices de los americanos del norte sigan empolvadas de coca y no busquen la manera de legalizar también esta droga.
Solo es cuestión de trámite, sobre cómo llegan a manejar el tema en la mayoría de los estados, es más, presidente gringo que no admite haber fumado su “cacho o porro” de cannabis, no lo eligen presidente. Ya lo verán las futuras generaciones como fueron un desperdicio los miles de muertos
que Colombia ha sufrido por esta industria de los pobres y miserables estados latinoamericanos en vías de “desarrollo”.
Ahora nos quieren vender la idea que no es de los gringos, sino de una oligarquía desesperada y acorralada y afrijolada que siente pavor por la posible llegada de Gustavo Petro a la Presidencia, no porque Petro sea de izquierda, sino que justifican cómo lo hace el columnista del Espectador Pablo Felipe Robledo, quien no solo descalifica a Petro como hombre preparado para gobernar sino que categoriza, y en alarde y arranques de ecuanimidad cuestiona al gobierno número cuatro de la seguridad democrática (dos de Uribe, uno de Santos, y ahora el del sub-presidente Duque).

No solo no le ha alcanzado el modelo a pesar que lo perfeccionaron, pero el párvulo de la Casa de Nariño, entre parrandas con Silvestre y el Ñeñe se les sale del libreto, pero igual dócilmente acepta el regaño del ubérrimo y vuelve a su destino inexorable con la historia y es la de pasar como el presidente más abyecto y arrodillado, sin una personalidad y carácter para desmarcarse de las directrices del presidente URIBE, el verdadero poder en Colombia.
Por esto, el terrorismo mediático en redes, blogs y columnas de opinión es algo preparado y sistemático para que a Petro lo puedan enfrentar con alguien que pueda ser la cabeza de un sindicato contra Petro, que además buscan engrandecer en los rangos donde Petro marca y no se les escabulla en la primera vuelta, tarea hacia donde el Pacto Histórico debe dirigir todos sus esfuerzos y no en el canibalismo en el que hoy está sumida esta coalición que cada día se desdibuja más por tantos intereses personalistas.
Ojalá al término de publicar mi primera columna del 2022, Francia Márquez, una precandidata dentro del Pacto Histórico, que no ha entendido el papel importante que puede jugar -como mujer y más como mujer negra y lo que históricamente representa- por andar pendejeando en unos temas de Congreso que no van a determinar el rumbo del pacto y de los movimientos progresistas en Colombia.

Ella tiene razón en los errores que se cometieron en la conformación de las listas al Senado y la Cámara en la regiones, rebatiñas como en los partidos tradicionales, pero superada esa abundancia de estupidez, hay que perdonarse sobre la marcha y mirar al vecino Chile como ejemplo y hacer un alto en el camino para mandar un mensaje serio y coherente y no terminar en las elecciones de marzo como la gran vergüenza y frustración electoral, estamos apenas a tiempo.